Las cosas que mi abuelita me enseñó

Las cosas que mi abuelita me enseñó, que no quiero olvidar y poder trasmitir a quienes vienen después de mi.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Haciendo galletas...lo primero que ella me enseñó

Hay personas cuya inteligencia es tal que son buenos con los número y pueden resolver problemas matemáticos sin problema y aún crear tecnología "como por arte de magia"; hay quienes tienen la música por dentro y crean piezas con las que nuestro corazón canta; quienes son tan buenos para los deportes, que nos muestran hazañas maravillosas que nuestro cuerpo puede realizar.
Yo no soy una de esas personas.
Sin embrago, a veces mi mente trabaja tan rápido que mis manos tienen que sacar todo lo que veo en mi cabeza. No soy una experta o profesional, pero siento tanta satisfacción al ver la cara de mi esposo cuando entra por la puerta y dice: "la casa huele rico", "te quedó delicioso este pay", "no puedo vivir sin tus galletas", " me encanta como adornaste la casa", "¡wow!, ¿tu hiciste eso?"....ok. Tal vez exagera un poco...porque lo que hago con mis manos no es cosa del otro mundo, y en muchas ocasiones parece muy intuitivo y natural para mi. Creo que vienen en mis genes. No es que afirme que existe un gen de la creatividad (aunque no estaría mal iniciar una investigación al respecto), pero hay que admitir que hay a quienes se les da y a quienes no.
Yo digo que viene en mis genes, porque vengo de una línea ascendente de mujeres a-som-bro-sas. A los 11 años fue cuando empecé a aprender estas cosas maravillosas que las manos pueden crear con unos cuantos ingredientes. Nunca me interesó mucho la cocina, hasta que conocí por mi abuelita la rama de la repostería.
Recuerdo que estaba viviendo un verano en casa de mi abuelita (y mi abuelita no tenía televisión...y como cualquier pre adolescente no hay muchas cosas que le satisfagan) le pedí que me enseñara a hacer esas galletas tan ricas que mi mama hacía. Creo que es justo decir que yo nunca conocí lo que era un pastel de cumpleaños comprado, mi mamá siempre hizo mis pasteles, adornados aún más hermosos que de una pastelería. Más aún, era común que nos hiciera galletas, conchas, pan de caja desde....que recuerdo.
Así que mi abuelita me inmiscuyó en esto. Mamá guardó todos sus secretos. Los que conozco son de mi abuelita (que al cabo es lo mismo jajajaja).
Eran galletas de vainilla (como las que pueden ver en el enlace) que al cabo de los años he probado varias recetas y esta es mi favorita hasta ahora.
No sólo era pasar el tiempo en un verano sin mucho que hacer (sin hermanos con quien pelear, ni mamá que molestar), era adquirir sabiduría que sólo al experiencia puede otorgar. Si salía muy aguada la masa, si se quebraba, si eran saladas más de lo normal...abuelita sabía como reparar cualquiera de esas situaciones.
Aprendí de los utensilios básicos para la cocina: amor, paciencia y exactitud, que así como la harina, huevos y mantequilla son indispensables para elaborar algo delicioso.
Mi abuelita tenía un lema, bueno más que un lema, una máxima: "si vas a hacer algo, hazlo bien". Y en el caso de la repostería aplica bien. Si no tienes ganas de hacer pasteles...no lo hagas. Si tienes muchas ganas de hornear un pay....hazlo!!! Porque esa emoción por ver algo PERFECTO realizado por tus manos influirá en el producto final.
No soy una excelente repostera, no me dedico a ello para ganar dinero. Aún así, en mi tiempo de casada (3 1/2 años) sigo sin saber lo que es un pastel de cumpleaños comprado, prefiero mis galletas a las de la tienda y elaboró mi pan de caja.
Y AMO hacerlo, eso abuelita lo sabía muy bien: si amas lo que haces, serás buena en ello.


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